En el último mes, la suba de los activos de riesgo puede explicarse por nuevos avances con las vacunas disponibles sumado a un posible acuerdo en el Congreso norteamericano para un nuevo paquete fiscal (¿quién se acuerda de Trump a esta altura?). Además, la secretaria del Tesoro que elegiría el presidente electo Biden es conocida por sus políticas monetarias expansivas.
Con estas certezas, se afianza la idea de un rebote de la economía mundial en el 2021 (recuperación cíclica apuntalada por una amplia liquidez), lo que permitiría que las empresas que más sufrieron durante el 2020 puedan recuperarse. Por lo tanto, los inversores siguen apostando a los sectores que habían quedado relegados (industria, materiales, energía, small caps, etc). Nuestra recomendación en renta variable es tener una cartera de extremos (lo que en renta fija se llama “barbell”): es decir, una porción en empresas tecnológicas que se benefician de los cambios de comportamiento de la población (que van a perdurar en el futuro) y otra porción en industria, small caps norteamericanas y mercados emergentes (que se benefician con la recuperación global, en particular la china, y la subsecuente suba de los commodities).
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