Uno de los componentes determinantes que dan sustento al crecimiento económico de un país de forma estable y duradera es la inversión. A nivel internacional, los países compiten entre sí por atraer a sus territorios nacionales el excedente de ahorro público y privado que emana de las unidades superavitarias (las cuales pueden ser empresas o naciones) para ser volcado en forma de “Inversión Extranjera Directa” (IED) a sus economías”. Entre las ventajas de estos flujos de inversión la literatura señala principalmente dos aspectos beneficiosos: la acumulación de capital y la transferencia de tecnología, características consideradas claves para fomentar el crecimiento económico de largo plazo.
Asimismo, los países no solo son receptores de IED sino también de otros flujos de inversión que no persiguen un fin productivo sino que buscan explotar las ventajas financieras que en determinado momento puede ofrecer un país en particular. Las características de estos flujos en oposición a los anteriores, es que presentan un comportamiento errático y difícilmente predecible, pero con importantes efectos sobre variables económicas tales como tipo de cambio y tasa de interés.
La operatoria de carrytrade engloba particularmente a estos flujos, los cuales intentan sacar provecho de las disparidades de tasa de interés entre diferentes economías. Esta operatoria, que en nuestro país se conoce popularmente como “bicicleta financiera”, consiste en tomar prestados fondos a una tasa de interés baja en una determinada moneda (la moneda de financiación) para comprar con ellos un activo que genere mayor rendimiento en otra (la moneda objetivo). Ex ante, esta estrategia solo es rentable en tanto se prevea que las ganancias de los diferenciales de tasas de interés no serán anuladas por la evolución de los tipos de cambio a corto-medio plazo.
Como se puede apreciar en la definición brindada en el párrafo anterior, esta ingeniería financiera suele verse estimulada y aplicada masivamente por gestores de fondos a nivel internacional cuando se dan mancomunadamente las siguientes características:
- Estabilidad cambiaria.
- Flexibilidad para la movilidad de fondos entre países.
- Baja aversión al riesgo, principalmente en mercados desarrollados.
- Políticas monetarias laxas en centros financieros de relevancia.
- Discrepancia de crecimiento entre distintos bloques económicos, lo que produce un diferencial de tasa de interés a ser explotado.
El principal riesgo asociado a esta operatoria es que se produzca una devaluación del signo monetario local (moneda objetivo) no contemplado o no cubierto, que anule las ganancias obtenidas con la tasa de interés doméstica, produciendo que el flujo a repatriar por el inversor sea menor al que volcó a la operación.
Durante el año 2016 y 2017, de la mano de una política monetaria contractiva llevada a cabo en nuestro país por el BCRA, los inversores internacionales volcaron ingentes cantidades de fondos en moneda extranjera a la compra de Lebacs, buscando aprovechar el diferencial de tasas de interés entre lo que ofrecía un instrumento local y el rendimiento al que podían aspirar en un bono de su país. Si bien en esos años el peso argentino mostró pérdida de valor contra el dólar estadounidense, esta depreciación fue más que compensada por la tasa de interés doméstica. Así, la rentabilidad medida en dólares por haber invertido en Lebacs en el año 2016 ascendió a un 12,4%, mientras que en el año 2017 el retorno por la puesta en práctica de esta operación arrojó una ganancia en moneda dura del 8,6%. En ambos casos, esta rentabilidad fue ampliamente superior a lo que ofrecían los bonos estadounidenses, por citar un ejemplo.
Sin embargo, si la misma estrategia se hubiera implementado durante el año 2018, la fuerte devaluación sufrida por el peso argentino (mayor al 100%) hubiera licuado estos rendimientos en moneda dura, ya que la tasa de interés ofrecida por las Lebacs no alcanzó para compensar la brusca oscilación de la moneda local. Un inversor que apostó a la inversión en Lebacs en el 2018, cosechó una pérdida en “moneda dura” del -28,7% aproximadamente.
El ingreso en primer lugar y luego la reversión y salida de los flujos de inversión aplicados a esta estrategia financiera suelen ser causantes de una creciente inestabilidad en el mercado cambiario local, el cual se ve sujeto a movimientos de magnitud que no logran ser absorbidos ni mitigados por los participantes corrientes que participan en el mismo.
Recientemente el BCRA, observando que luego de la devaluación del peso argentino sufrida en los meses de Agosto y Septiembre de 2018, ciertas entidades bancarias con casa matriz en el exterior intentaban reflotar esta operatoria a través de líneas de préstamo con sus subsidiarias locales (buscando volcar esta masa de fondos a la compra deLeliqs), tomo medidas tendientes a implementar plazos mínimos de permanencia en el sistema financiero con el fin de desincentivar estos movimientos de corto plazo.
Los países que buscan atraer capitales a sus economías domésticas deben encontrar el equilibrio necesario para no quedar fuera del radar de las inversiones productivas ni ser presa de ataques especulativos de los flujos netamente financieros.