A medida que transcurre el 2018, la capacidad de ahorro en moneda dura para aquellos que perciben sus ingresos en pesos se dilapida mes a mes. Esta tendencia, lejos de revertirse para fin de año, presenta una proyección aún menos favorable. Ya se estima que la inflación anual va a superar el límite del 32% establecido en el acuerdo con el FMI, y para algunos economistas puede estar en el orden del 40%. En una economía recesiva, en la cual los salarios ni siquiera han logrado recuperar el atraso contra la inflación que arrastran desde el 2016, y que probablemente se verá agravado con una nueva pérdida del poder adquisitivo en el 2018, la reactivación económica parece alejarse en el horizonte. Esto implica que la capacidad de compra de bienes y servicios por parte de la población disminuye, desincentivando la producción, la inversión, la generación de empleo y el crecimiento genuino. Con una tasa de política monetaria en el orden del 45%, que se traduce en elevados costos de financiación para el sector productivo, resulta más atractivo colocar el dinero a tasas pasivas que arriesgarse a producir algo que cada vez menos personas van a poder comprar.
A esta situación, se suma la variación del precio del dólar que en ocho meses aumentó más del 60%. Los ingresos regulares en pesos se han "licuado" de una manera extraordinaria en tan solo pocos meses, disminuyendo significativamente la capacidad de ahorro en moneda dura. Tras los anuncios de incrementos de tasas de la Reserva Federal de Estados Unidos, que continúan incentivando el "fly to quality" (lo cual que se traduce como el "vuelo hacia la calidad", por el bajo riesgo que representan los activos de países como los Estados Unidos),sumado a los favorables rendimientos de los índices norteamericanos como el S&P 500 y el NASDAQ, y la perspectiva de que el dólar estadounidense continúe fortaleciéndose a nivel mundial, muchos de los grandes inversores durante el 2T y 3T del 2018 retiraron sus inversiones de países emergentes como el nuestro para llevarlas a plazas más seguras con márgenes de rentabilidad cada vez más atractivos. Si bien existe la posibilidad de que en los próximos meses vuelvan fondos a la Argentina a raíz del reciente pase de nuestro país a "mercado emergente", el escenario es todavía muy incierto y el gobierno ni siquiera ha presentado un programa económico que logre comenzar a recomponer la confianza de los inversores.
Nuestro vecino, Brasil, no es ajeno al impacto de la "crisis de los emergentes", que se potencia por la incertidumbre política de las próximas elecciones, generando dudas en el mercado. La depreciación del real frente al dólar en el año supera en el 20% y es probable que sea mayor al final del 2018. Lo que suceda en Brasil, va a tener un fuerte impacto en la economía Argentina, además de los factores políticos y económicos locales .
Qué relevancia tiene todo esto para los pequeños inversores argentinos que generan sus ingresos y mantienen sus ahorros en el país?
En primer lugar, es importante entender que el costo de oportunidad de no hacer nada con el dinero implica una pérdida de valor. En segundo lugar, que una de las alternativas más conveniente en términos de riesgo - beneficio es invertir en el mercado financiero vs. otras opciones de la economía local (sacando bienes y servicios exportables). En tercer lugar, que una cartera dolarizada, además de preservar el valor en moneda dura, tiene una perspectiva favorable para los próximos meses. Por último, que en contextos recesivos como el actual, es preferible tener activos que permitan contar con mayor liquidez, en vez de tenerlos inmovilizados, ya sea para poder aprovechar las buenas oportunidades de compra que se presenten, como para tener mayor capacidad de respuesta frente a urgencias e imprevistos.
Los Fondos Comunes de Inversión en dólares, o nominados en pesos pero que invierten en dólares, son una alternativa de inversión de bajo riesgo que por lo general cumplen con todas las características mencionadas anteriormente. Los FCI son ideales para un tipo de inversor tradicional, ya que operan en un mercado regulado, administrado por profesionales del sistema financiero y a la vez son fáciles de comprender y simples para operar. Permiten adquirir cuotapartes con cada nuevo ingreso generado a través de la actividad profesional / comercial, preservando mejor el valor del dinero, y ofrecen niveles de liquidez que pocos instrumentos pueden equiparar.