Hacia fines de 2018, los mercados de riesgo se asustaron ante el temor de estar frente a una Reserva Federal (Fed) intransigente, ante el inicio de una desaceleración económica global. Pero, a fin de enero de este año, fue la Fed quien se terminó asustando, explicando que la suba de tasas seguía dependiendo de los datos económicos, y que incluso el desarme de la hoja de balance podía ser revisado.
Con la Fed confirmando que estará fuera de la cancha por algunos meses, los inversores aumentaron su apetito por riesgo, y en particular, hubo un importante ingreso de fondos a los mercados emergentes, que habían sufrido una constante salida en los últimos meses.
El foco pasa a estar por lo tanto en el devenir de las principales economías. Si EUA deja de ser una aspiradora de fondos, los mercados emergentes pueden verse beneficiados este año, dado el diferencial de valuación que tienen en relación a los desarrollados.
En la Argentina, la actividad económica sigue mostrando fuertes caídas interanuales, pero consideramos que estamos actualmente en el piso de lo que será una recuperación lenta, ya que al país le esperan muchos meses de baja de gasto público para achicar el actual déficit. Los números del comercio exterior muestran mejoras, pero se confirma que el actual tipo de cambio no alcanza para frenar la demanda de dólares, generando la incógnita de que tan alta será la demanda de cobertura a medida que se acerquen las elecciones presidenciales.
El Banco Central se mantiene firme en su política monetaria restrictiva, y dado que el tipo de cambio se apreció en los últimos meses, de la mano de un mayor apetito por riesgo global, la entidad está comprando dólares e incrementando reservas, a la vez que continúa bajando paulatinamente la tasa de interés. Para que esta dinámica se sostenga es fundamental que continúe el flujo de inversiones hacia los emergentes, y que la política local no meta la cola.
Mientras tanto, el gobierno tiene el sustento monetario del FMI para demostrar durante 2019 que puede llevar a cabo la reducción prometida del déficit fiscal. Al día de hoy, el plan del gobierno es estabilizar las variables para llegar a las elecciones sin sobresaltos. Como volver a una senda de crecimiento sostenido queda para más adelante.
En el plano político, arrancó la campaña, y el Partido Justicialista no ha logrado, o no le ha interesado, aglutinarse bajo una única figura. El partido gobernante ha decidido no separar las elecciones a gobernador de la elección presidencial en los principales distritos que gobierna, sobre todo para que la gobernadora de Buenos Aires, Vidal, arrime más votos al candidato a presidente. Por ahora las encuestas siguen dando bastante parejas entre Macri y Fernandez de Kirchner; seguimos pensando que un leve rebote económico hacia mediados de año debería incrementar las chances del actual presidente.
Los activos financieros argentinos tuvieron una muy buena performance desde el inicio de este año, en línea con lo observado en otros mercados emergentes (bonos largos subieron hasta 14% en dólares, el índice Merval Argentina +25%). No obstante, los bonos soberanos de mediano plazo siguen rindiendo lo mismo que los de Ucrania (9,5% anual), es decir las dudas del mercado persisten.
En renta fija argentina, nos mantenemos con una duration muy acotada en deuda soberana en dólares, y seguimos prefiriendo bonos corporativos para mayor duration.
Para carteras de mayor riesgo, preferimos deuda provincial (en algunos casos se mantiene con spread elevado en relación al soberano).
Las acciones argentinas continúan cotizando con ratios de valuación atractivos en relación a la región. En el sector bancario preferimos a Macro y Supervielle; en servicios públicos a TGN, Transener, TGS y Pamp; en energía a YPF; en materiales a Aluar, Ternium Arg. y su controlante Ternium; en medios a Cablevisión; en alimentos a San Miguel.